Rafael murió los primeros días
del 99, si no recuerdo mal. Había estado internado por problemas cardíacos en
el hospital Ranuárez Balza, aquí en San
Juan de los Morros y cuando ya parecía recuperado sobrevino un infarto del cual
no se recuperó.
No me enteré de estos hechos; ni de su
enfermedad, ni de su muerte; sino al regreso de unas vacaciones en Cumaná, que con mi familia realizamos. Al
saberlo, me dolió su partida inesperada, así como
también, que no hubiera habido un
contacto durante su breve enfermedad. −Se fue sin despedirse− Fue mi conclusión, que por supuesto
era ilógica. En mi mente quedaba algo que no cuadraba e intuía que de
alguna forma él habría de comunicarse conmigo, y así fue.
Creo en los mensajes oníricos, en los
cuales la mente y solamente ella es
la creadora de situaciones que provienen
de nuestra psiquis. Pero esto fue diferente.
A los pocos meses de su partida al
mas allá, cuando ya habíamos aceptado su
no presencia, una noche cualquiera sueño con él.
Aparece en la escena muy contrariado y
desconforme. Al preguntarle como está me
responde: Que mal, que no se encuentra
satisfecho… Nada más.
Pasan los meses y una noche vuelvo a soñar con
él nuevamente. Está vez está sereno y
feliz. Me manifiesta con seguridad,
que se siente realmente bien y conforme. También expresa que quiere presentarme a su
papá; (según sus propias palabras) Imagino
que es el que fue su verdadero padre; pero no. Es un hombrecito de aspecto
hindú, vestido con un taparrabo y un
manto anaranjado sobre sus hombros, que sonríe sin pronunciar palabra alguna. Rafaél me manifiesta que su padre va ahora a meditar. (Después
deduje que el aspecto del hombrecito
correspondía con la descripción que Rafael, --estando vivo-- me hizo
sobre el que fue su maestro espiritual.)
Nos
encaminamos los tres a una gran explanada que está sobre una playa y frente al
mar. El hombrecito se adelanta, cubre el suelo con su manto, se sienta sobre el mismo, adoptando la posición
yoga y se dispone a la meditación. Está amaneciendo, todo es paz y serenidad. Suaves olas llegan mansamente a la orilla una
tras otra, reflejando los infinitos colores de un extenso, brillante y espectacular cielo…..Eso fue todo.
Desperté y fui fijando en la memoria todo el
acontecer del sueño. Fue, ―a mi entender― una revelación, un encuentro en otra dimensión con Rafael,
y para concluir debo decir que sabía que iba a ser definitivo, que ya no volvería a
soñar con él. Precisamente porque lo acontecido en el sueño, representaba para
Rafaél un cambio de escenario. Allí se
hallaba implícito el “hasta luego” necesario entre dos amigos…
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