Era ayudante de pastelero en las “Bellas Artes”.
Había llegado de su Paraguay natal, atraído por la esperanza de un mejor
destino que prometía Buenos Aires, como
a tantos otros inmigrantes. Era de pequeña estatura, con un sonrojo constante
en su rostro, quizás, el reflejo de una timidez inocultable. Quico se sentía
porteño a todas luces y el tango lo
cautivaba tanto, que no le bastaba con oírlo…..,
soñaba con ser músico……, y siendo admirador de Anibal Troilo (Pichuco), había
elegido…. el bandoneón……. Compró un instrumento de ocasión y tomó clases con un profesor. Tocaba de oído “Quejas
de bandoneón”, e interpretaba ese tango a cuanta reunión asistía. Los que lo
oíamos, le pedíamos otras piezas……..Imposible…, era lo único de su repertorio….,
y lo confesaba avergonzado. Luego supimos que aunque
lo intentó con esfuerzo, no logró memorizar
ninguna otra pieza. Hoy, a la distancia,
en la comprensión que nos da el tiempo, pienso, que a Quico, en el fondo, solo le bastaba con ejecutar ese inolvidable
tango…..,−que sin duda era su preferido−…. y que su admirado Pichuco, sabía interpretar con
inigualable talento y maestría…
Estas anotaciones forman parte de recuerdos, de acontecimientos que pasaron, unos distantes en el tiempo, otros más recientes y que tienen para mí algún valor anecdótico o simplemente pretenden ser testimonios, evocaciones, sencillos homenajes a instituciones, personas, etc. Son sucesos aislados no correlativos, los más con fechas imprecisas, que no obedecen a ningún orden cronológico sino que brotan espontáneamente de la mente.
.
Para reafirmar lo anteriormente expresado, las presentes líneas no dejan de ser un humilde testimonio personal con el deseo de que algo de lo que fue parte de la vida quede escrito y sirva como referencia circunstancial. A pesar de ello estimo la opinión del desaparecido Dr. Eleazar Silveira, ilustre medico quien expresara que ésta era una forma de hacer catarsis. Buscando esta palabra en el diccionario, encuentro: “CATARSIS. (Del griego kátharsis, purificación) f. En estética liberación o cura de los males del espíritu gracias a las emociones provocadas por uno u otro arte”. Pienso que su opinión fue acertada. De la misma manera que la confesión bien entendida, libera al ofensor de la pesada carga que soporta su conciencia. Pero por sobre toda explicación, he disfrutado enormemente haciéndolo.
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