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Para reafirmar lo anteriormente expresado, las presentes líneas no dejan de ser un humilde testimonio personal con el deseo de que algo de lo que fue parte de la vida quede escrito y sirva como referencia circunstancial. A pesar de ello estimo la opinión del desaparecido Dr. Eleazar Silveira, ilustre medico quien expresara que ésta era una forma de hacer catarsis. Buscando esta palabra en el diccionario, encuentro: “CATARSIS. (Del griego kátharsis, purificación) f. En estética liberación o cura de los males del espíritu gracias a las emociones provocadas por uno u otro arte”. Pienso que su opinión fue acertada. De la misma manera que la confesión bien entendida, libera al ofensor de la pesada carga que soporta su conciencia. Pero por sobre toda explicación, he disfrutado enormemente haciéndolo.

jueves, 9 de junio de 2016

           A RICARDO NO LE GUSTABA LA COLIMBA

Ricardo es mi hermano y  colimba es −en lenguaje vulgar o  coloquial− el servicio militar obligatorio, que existió en la Argentina hasta la guerra de Las Malvinas. Esta anécdota trata de cuando a Ricardo le tocó servir en el Ejército.
 Lo destinaron  al Regimiento de Granaderos a Caballo de San Martín, afamado cuerpo militar de vistoso uniforme de época. El pertenecer a ese cuerpo significaba  un orgullo. Llegó el día de incorporarse y lo despedimos deseándole toda la suerte del mundo
. Durante un mes, apenas tuvimos noticias, hasta que llegó el día de la primera visita. Fueron mis padres al cuartel y  encontraron a Ricardo muy contrariado  con la experiencia militar. Mi padre preocupado le  aconsejó que se tranquilizara y le prometió buscarle solución. Para ello recurrió a una relación que era más que  apropiada. Era la primera dama, la esposa del Dr. Arturo Illia, Presidente de la República,   a quien conocía de trato. Ella prometió ayudarle para cuando acabara el período de tres meses que abarcaba la instrucción militar obligatoria, que debía cumplir a cabalidad en la unidad donde fue destinado
. Cuando Ricardo conoció la noticia se molestó y apostó que con sus propios medios iba a lograr ser dado de baja o algo por el estilo. Por supuesto no lo consiguió, pero si,  realmente  e increíblemente logró ser el mejor soldado de su batallón. Según él todas las felicitaciones  obtenidas eran producto de la casualidad o de la apreciación errada de sus superiores. Pondremos algunos ejemplos:
 El cuerpo de granaderos es de caballería y toda la instrucción tiene que ver con los caballos. Ricardo no había sido nunca un buen jinete, sin embargo era el primero en realizar las maniobras mas arriesgadas, con una temeridad asombrosa, que según sus palabras –“lo hacía para lesionarse y así conseguir la baja”. En otra oportunidad durante la proyección de una película para esparcimiento de la tropa, se sintió a disgusto y triste. Para mitigar  su pena   fue  a la cuadra  donde estaba su caballo. El animal estaba echado descansando y Ricardo se echa a su lado acariciándole la testuz. Sorpresivamente pasa el coronel veterinario que al interrogarlo sobre su presencia allí,  Ricardo le responde, a modo de excusa,  que estaba  intranquilo por su caballo y decidió venir a vigilarlo. Era una respuesta lógica a una abnegada tarea que   por supuesto le valió un reconocimiento. Hay otros hechos parecidos que lo destacan entre  sus compañeros con toda justicia y mérito. Es entonces que  Ricardo se convierte en el conscripto más distinguido de su unidad.
  Así llegamos al final de la instrucción y el cambio de destino que había prometido la primera dama. Una mañana,  mi hermano es notificado de presentarse ante el coronel, comandante de su unidad. Se presenta en su despacho y después de los formalismos de rigor es interrogado por su superior que tiene en sus manos el oficio para trasladarlo a otra unidad e imagina que es una gestión promovida por familiares del conscripto. Está molesto con lo que acaba de recibir, pero tiene la esperanza, mas aún, la  certeza de que Ricardo, ―dadas sus calificaciones―,  no estará de acuerdo con su transferencia y le dice algo parecido a  lo que aquí transcribo: ―Soldado, me ha llegado un oficio de traslado de destino para ud., y pienso que seguramente no estará de acuerdo con ello y sigue. ―Ud. no está obligado a irse, si no es su voluntad.. Y para terminar le dice ….. :―¿Cuál es su decisión soldado? ―Disculpe mi coronel,…… he decidido aceptar el traslado….  Fue la  firme respuesta de Ricardo.   Entonces el coronel, mas confundido que irritado, no comprendiendo que un conscripto tan calificado,  que prometía mejores distinciones tomara esa determinación tan sorprendente; ―cavilando―  queda observándolo en silencio…….  Ahora ya, además está triste y frustrado….. Guardando su investidura, no le queda otro remedio que aceptar que ha perdido y da por terminado el asunto.

 Ricardo fue destinado como asistente y chofer de un oficial de marina, que por el peso de la recomendación casi no lo ocupaba y salió en la primera baja. Y así damos por finalizado  este recuerdo y  dudando pensamos: ―¿Sería cierto que a Ricardo no le gustaba la  colimba……..? 

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