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Para reafirmar lo anteriormente expresado, las presentes líneas no dejan de ser un humilde testimonio personal con el deseo de que algo de lo que fue parte de la vida quede escrito y sirva como referencia circunstancial. A pesar de ello estimo la opinión del desaparecido Dr. Eleazar Silveira, ilustre medico quien expresara que ésta era una forma de hacer catarsis. Buscando esta palabra en el diccionario, encuentro: “CATARSIS. (Del griego kátharsis, purificación) f. En estética liberación o cura de los males del espíritu gracias a las emociones provocadas por uno u otro arte”. Pienso que su opinión fue acertada. De la misma manera que la confesión bien entendida, libera al ofensor de la pesada carga que soporta su conciencia. Pero por sobre toda explicación, he disfrutado enormemente haciéndolo.

jueves, 9 de junio de 2016

.GITANOS





Entre tantas anécdotas que recuerdo de   mi madre están  los cuentos, ―que siendo niños― mis hermanos y yo le pedíamos que nos contara.
   Ocupaban  un lugar preferente los   de  gitanos. Eran  una fantasía inventada por ella, o quizás la habría oído de niña. Trataba sobre supuestos raptos a niños por parte de los gitanos. Estos cuentos en la España de su época eran comunes y es probable que alguno pudiera haber ocurrido. Por otra parte en Europa, donde los gitanos son cosa corriente y generalmente acusados de muchos desafueros, que obedecen la mayoría de las veces a su mala fama,  ―bien ganada por cierto― aunque, como en todo hay honrosas excepciones.  Pero volvamos a los  cuentos  que mi madre  nos relataba con todos  sus  detalles y creando un permanente suspenso.

 Trataban estos,  de una terrible persecución en la que ella era víctima junto a otros niños, acosados por una banda de gitanos. El relato tenía todos los ribetes de una tragedia y  nos  atemorizaba hasta las lágrimas…..   Era entonces cuando ella  sintiéndose excedida nos  acariciaba y abrazaba, calmándonos y terminaba el cuento con un final feliz.  Alguna vez mi padre al vernos llorar y saber la causa, aunque sin comprender el juego…., se incomodó. Hoy recordándola, como otras tantas veces, rememoro  su  cálida sonrisa…, la misma  que al terminar el cuento buscábamos ansiosos para despejar los miedos y sentir su protección y cariño.

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