Entre tantas
anécdotas que recuerdo de mi madre
están los cuentos, ―que siendo niños―
mis hermanos y yo le pedíamos que nos contara.
Ocupaban un lugar preferente
los de gitanos. Eran una fantasía inventada por ella, o quizás la
habría oído de niña. Trataba sobre supuestos raptos a niños por parte de los
gitanos. Estos cuentos en la
España de su época eran comunes y es probable que alguno
pudiera haber ocurrido. Por otra parte en Europa, donde los gitanos son cosa
corriente y generalmente acusados de muchos desafueros, que obedecen la mayoría
de las veces a su mala fama, ―bien
ganada por cierto― aunque, como en todo hay honrosas excepciones. Pero volvamos a los cuentos que mi madre
nos relataba con todos sus detalles y creando un permanente suspenso.
Trataban estos, de una terrible persecución en la que ella era
víctima junto a otros niños, acosados por una banda de gitanos. El relato tenía
todos los ribetes de una tragedia y nos atemorizaba hasta las lágrimas….. Era entonces cuando ella sintiéndose excedida nos acariciaba y abrazaba, calmándonos y
terminaba el cuento con un final feliz. Alguna
vez mi padre al vernos llorar y saber la causa, aunque sin comprender el
juego…., se incomodó. Hoy recordándola, como otras tantas veces, rememoro su cálida sonrisa…, la misma que al terminar el cuento buscábamos ansiosos
para despejar los miedos y sentir su protección y cariño.
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