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Para reafirmar lo anteriormente expresado, las presentes líneas no dejan de ser un humilde testimonio personal con el deseo de que algo de lo que fue parte de la vida quede escrito y sirva como referencia circunstancial. A pesar de ello estimo la opinión del desaparecido Dr. Eleazar Silveira, ilustre medico quien expresara que ésta era una forma de hacer catarsis. Buscando esta palabra en el diccionario, encuentro: “CATARSIS. (Del griego kátharsis, purificación) f. En estética liberación o cura de los males del espíritu gracias a las emociones provocadas por uno u otro arte”. Pienso que su opinión fue acertada. De la misma manera que la confesión bien entendida, libera al ofensor de la pesada carga que soporta su conciencia. Pero por sobre toda explicación, he disfrutado enormemente haciéndolo.

jueves, 9 de junio de 2016

BORGES Y CORTAZAR





                                               En este recuerdo intervienen  estos dos grandes escritores aunque en distintas situaciones de tiempo y espacio. Empezaremos por Borges a principios de los sesenta. Lo vi., una tarde,   en la calle Maipú, en la acera,  frente a la entrada del edificio de apartamentos donde vivía.  Esperaba  un taxi, e iba acompañado, ―supongo― (ya estaba ciego), de un empleado de la Biblioteca  Nacional, de la que era director. Allí estaba él,  grande,  sublime,  perfectamente erguido,  bien trajeado, con su bastón y su mirada vacía.

                                       Una década después, vi a Cortazar  transitando por la calle Florida,  después de cruzar Corrientes, acompañado por un amigo, con quien hablaba y gesticulaba. Vestía un traje safari ―raro en Buenos  Aires en aquella época―. Venía  en sentido contrario al mío. Me detuve, observándolo venir, pasar frente mío  y alejarse. Era alto, barbado, sencillamente humano y natural.


                                        En ambos casos,  pasados los años, lamenté haber desaprovechado la oportunidad  de haberles expresado respetuosamente unas breves palabras de reconocimiento. Hoy,  que ya no soy tan tímido como ayer,  ya no me pasan esas cosas. ―¿Será que ya no me importa, o será que ya no hay  escritores de esos tamaños  y valores…..?  

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