Lo
conocí personalmente en Hamburgo en 1972, cuando ambos trabajábamos en el restaurant
Flamenco, él cantando en un trío y yo como ayudante de cocina. Billy hacía ya
mucho que había dejado de ser ese ídolo fugaz de la canción roquera comercial en la Argentina de fin de los
cincuenta, o principios de los sesenta.
Él fue un ídolo prefabricado, producto de la manipulación disquera que
ejercían algunos empresarios de la música. Fue un verdadero boom, había pegado un par de canciones que repetían
las emisoras de radio sin cesar, hasta que agotó lo que ofrecía y ya no interesó más. Entonces Billy, sintiéndose injustamente
desplazado, decide irse con su música a
otra parte y elige a España. Allí contacta con empresarios que gustan lo que él
hace pero le piden mas repertorio. El lo intenta, pero no lo logra, entonces
para sobrevivir interpreta diversas canciones sudamericanas en locales nocturnos. Tenía una voz armoniosa,
aunque no sabía acompañarse con ningún instrumento. Pasa años en esta actividad en diversas
ciudades europeas, hasta que llega a Hamburgo. Estaba casado y tenía un hijo.
Ganaba solo lo necesario para sobrevivir y estaba en situación ilegal. Alguien
lo denuncia a la policía de extranjeros
y lo obligan a abandonar el país. Deja
Alemania repatriado por gestión
del consulado argentino. Por motivos
humanitarios su esposa e hijo logran quedarse bajo la responsabilidad de una
pareja amiga Después supe por medio de Internet que la vida allá en
Argentina tampoco le fue
fácil a Billy…, aquel muchacho de la
chiva puntiaguda, que seguramente recuerdan los de mi época, cuando le cantaba
a Pitipiti y que luego fue Pepita y en
esta última canción aclaraba: “ a Pitipiti no la quiero mas……”
Estas anotaciones forman parte de recuerdos, de acontecimientos que pasaron, unos distantes en el tiempo, otros más recientes y que tienen para mí algún valor anecdótico o simplemente pretenden ser testimonios, evocaciones, sencillos homenajes a instituciones, personas, etc. Son sucesos aislados no correlativos, los más con fechas imprecisas, que no obedecen a ningún orden cronológico sino que brotan espontáneamente de la mente.
.
Para reafirmar lo anteriormente expresado, las presentes líneas no dejan de ser un humilde testimonio personal con el deseo de que algo de lo que fue parte de la vida quede escrito y sirva como referencia circunstancial. A pesar de ello estimo la opinión del desaparecido Dr. Eleazar Silveira, ilustre medico quien expresara que ésta era una forma de hacer catarsis. Buscando esta palabra en el diccionario, encuentro: “CATARSIS. (Del griego kátharsis, purificación) f. En estética liberación o cura de los males del espíritu gracias a las emociones provocadas por uno u otro arte”. Pienso que su opinión fue acertada. De la misma manera que la confesión bien entendida, libera al ofensor de la pesada carga que soporta su conciencia. Pero por sobre toda explicación, he disfrutado enormemente haciéndolo.
jueves, 9 de junio de 2016
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