Los
recuerdos de mi primera infancia tienen
que ver con Flores, un barrio de Buenos
Aires. Allá un “barrio” equivale a lo
que en Venezuela denominamos: “urbanización”. Está ubicado casi en el centro
geográfico de la ciudad y es una parroquia
muy desarrollada y organizada, tanto ayer como hoy, con
importantes comercios, moderna
arquitectura y vida cultural propia, al igual de los mejores barrios de Buenos Aires. Pero no
vamos a hablar aquí de ese barrio, sino de recuerdos, de sucesos que ocurrieron en mi
infancia, cuando allí vivíamos.
La
primera imagen que viene a mi memoria, es un apunte visual, que evoco con
emoción y nostalgia: Tenía unos seis
años, me hallaba en la acera, con mi
papá y mis dos hermanos, Marta, de cuatro y Ricardo, de dos; justo al frente de la panadería “La Palma de Flores, −que era de
mi padre− en la esquina de Ramón L.
Falcón y Pedernera. Era una mañana soleada y para más datos, un lunes. Pasaba el vendedor de diarios con sus
periódicos y revistas; y mi padre, que
estaba con su impecable
guardapolvo, −que es una bata blanca− le pidió el “Billiken”,
(salía los lunes) y me lo entregó, quizás por ser el mayor, para que lo viera, con la lógica certeza de que luego de verlo pasaría a las
manos de mis otros dos hermanos......Pero
no fue así….. Ellos lloraban, pues también querían su revista……, y mi padre, con ese
amor por sus hijos tan incondicional y
generoso, −complaciéndolos− llamó al
diarero, −que se alejaba− y le pidió dos
“Billiken” más….. Mis hermanos, al instante dejaron de llorar…,contentos y satisfechos
con sus ojos aún lacrimosos, tomaron cada uno su revista, con una sonrisa alegre y espontánea, propia de los niños cuando se los consienten y
malcrían….
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