En aquellos años, ─ la década de
los 70─ la República Federal Alemana liderizaba, entre otras potencias la producción
mundial de bienes y servicios. La
demanda de mano de obra superaba la oferta nacional y por ello se les hizo necesario emplear a trabajadores extranjeros. En
Hamburgo tuve oportunidad de trabajar en diferentes actividades. Una de ellas fue en una industria procesadora
de café, la Tchibo Werke
GMBH. De allí surge esta historia donde el protagonista es Willie, un compañero de trabajo en aquella industria. El
era ciudadano alemán y ambos laborábamos como obreros en la sección que producía los envases
plásticos, en horario nocturno. Al
finalizar la labor, a las siete de la mañana, todos los días, Willie se iba a beber con sus compinches,
hasta que se alcoholizaba y luego se
marchaba a su casa. Ya cuarentón, vivía solo en la casa que había sido de su
madre, recientemente fallecida. El día de su cumpleaños, al salir del trabajo, festejó en el bar con sus compañeros y como
siempre salió pasado de copas. Yendo a
su casa, se sintió inmensamente triste y
más solo que nunca, con una soledad
que le era imposible mitigar … En
aquel momento recordó a su madre, con su
protección y su consuelo y se encaminó
al cementerio. Estaba nublado y hacía frío.
Ya frente a la tumba, su mente
turbada por el alcohol, sintió la
amada
presencia y con irrefrenable
impulso se arrojó sobre el sepulcro, buscando el cobijo materno. Allí quedó profundamente dormido largo rato; abrazado al mármol, quizás soñando con caricias y
dulces palabras hasta que la voz del guardián le despertó diciéndole: −
¡Señor, señor, despierte, se
tiene que retirar, ya es hora de cerrar!…….
Entonces,
el pobre Willie despertó temeroso levantando la cabeza. Estaba todavía confuso y aturdido por la borrachera….; y tomando al instante noción del lugar en que se
encontraba, se avergonzó por su grotesca conducta…. Se incorporó penosamente. Acomodó su ropa sin
decir una palabra, ante la atenta mirada del guardián y con paso sufrido,
vacilante…, conciente ya de su irremediable tristeza y soledad , marchó por
una larga y desierta acera, bordeada de cruces, buscando presuroso… el ansiado portal del cementerio, vigilado por un portero que aguardaba impaciente su salida…
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