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Para reafirmar lo anteriormente expresado, las presentes líneas no dejan de ser un humilde testimonio personal con el deseo de que algo de lo que fue parte de la vida quede escrito y sirva como referencia circunstancial. A pesar de ello estimo la opinión del desaparecido Dr. Eleazar Silveira, ilustre medico quien expresara que ésta era una forma de hacer catarsis. Buscando esta palabra en el diccionario, encuentro: “CATARSIS. (Del griego kátharsis, purificación) f. En estética liberación o cura de los males del espíritu gracias a las emociones provocadas por uno u otro arte”. Pienso que su opinión fue acertada. De la misma manera que la confesión bien entendida, libera al ofensor de la pesada carga que soporta su conciencia. Pero por sobre toda explicación, he disfrutado enormemente haciéndolo.

jueves, 9 de junio de 2016

WILLIE



                                                                            
                      En aquellos años, ─ la década de los 70─  la República  Federal  Alemana  liderizaba, entre otras potencias  la  producción mundial  de bienes y servicios. La demanda de mano de obra superaba la oferta nacional y por ello se les  hizo  necesario emplear a trabajadores extranjeros. En Hamburgo tuve oportunidad de trabajar en diferentes actividades.  Una de ellas fue en una industria procesadora de café, la Tchibo Werke GMBH. De allí surge esta historia donde el protagonista es Willie, un  compañero de trabajo en aquella industria. El era ciudadano alemán y  ambos  laborábamos como  obreros en la sección que producía los envases plásticos, en  horario nocturno. Al finalizar la labor, a las siete de la mañana, todos los días,  Willie se iba a beber con sus compinches, hasta que se alcoholizaba y  luego se marchaba a su casa. Ya cuarentón, vivía solo en la casa que había sido de su madre, recientemente fallecida. El día de su cumpleaños, al salir del trabajo,  festejó en el bar con sus compañeros y como siempre salió  pasado de copas.  Yendo  a su casa,  se sintió inmensamente triste y más solo que nunca,  con una  soledad  que le era imposible  mitigar …   En aquel momento recordó a su madre,  con su protección y su consuelo  y se encaminó al  cementerio. Estaba nublado  y hacía frío.  Ya frente a la tumba, su mente  turbada por el alcohol,  sintió la   amada  presencia  y con irrefrenable impulso se arrojó sobre el sepulcro, buscando el  cobijo materno. Allí quedó profundamente  dormido largo rato;  abrazado al mármol,  quizás soñando con  caricias y  dulces palabras hasta que la voz del guardián le despertó diciéndole: − ¡Señor,  señor, despierte,      se tiene que retirar, ya es hora de cerrar!…….

       Entonces, el pobre Willie despertó temeroso levantando la cabeza. Estaba  todavía confuso y  aturdido por la borrachera….; y  tomando  al instante noción del lugar en que se encontraba,   se avergonzó  por su grotesca conducta…. Se incorporó  penosamente. Acomodó su  ropa  sin decir una palabra, ante la atenta mirada del guardián  y   con  paso  sufrido,  vacilante…, conciente ya de  su irremediable tristeza y  soledad ,  marchó  por una  larga  y desierta  acera,  bordeada de cruces,   buscando presuroso…  el  ansiado  portal del cementerio,  vigilado por un portero  que aguardaba impaciente su salida… 

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