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Para reafirmar lo anteriormente expresado, las presentes líneas no dejan de ser un humilde testimonio personal con el deseo de que algo de lo que fue parte de la vida quede escrito y sirva como referencia circunstancial. A pesar de ello estimo la opinión del desaparecido Dr. Eleazar Silveira, ilustre medico quien expresara que ésta era una forma de hacer catarsis. Buscando esta palabra en el diccionario, encuentro: “CATARSIS. (Del griego kátharsis, purificación) f. En estética liberación o cura de los males del espíritu gracias a las emociones provocadas por uno u otro arte”. Pienso que su opinión fue acertada. De la misma manera que la confesión bien entendida, libera al ofensor de la pesada carga que soporta su conciencia. Pero por sobre toda explicación, he disfrutado enormemente haciéndolo.

jueves, 9 de junio de 2016

LOS NAÚFRAGOS


                                           Es un recuerdo que tiene que ver con el mar, ya el título lo está anunciando, aunque realmente  no estoy seguro de que lo fueran.  Pero vamos a contar  el cuento.
 Fue en un viaje a Europa, desde Buenos Aires, en 1974, en el Cristoforo Colombo, era un gran trasatlántico que como dato ilustrativo diremos que estuvo un tiempo anclado en Puerto Ordaz, como hotel flotante.
 Después  de zarpar de Río de Janeiro rumbo a la próxima escala que era  Madeira y habiendo  ya navegado quizás  un par de  días, a primera hora de la tarde  siento que  el barco aminora su marcha hasta luego detenerse. Estoy en cubierta de estribor donde ya empiezan  a reunirse otros pasajeros, algunos  señalando hacia el mar, algo que yo no había logrado ver todavía. Y era que  flotando, muy cerca,  había un pequeñísimo bote, -calculo de poco mas de tres metros  de eslora-  con una pequeña  y rudimentaria vela; y  dos hombres  a bordo. (Lo insólito era la considerable distancia de la costa en que se encontraban).  Estaban muy delgados, barbudos y tostados por el sol. Un oficial del puente,  por medio de un megáfono les habló, les preguntó en varios idiomas y repetidas veces…, si necesitaban agua o alimentos,  atención médica o instalarlos a bordo y remolcar su embarcación etc. etc. En pocas palabras ofreciéndoles la ayuda solidaria  que en estos casos (de probable emergencia) es menester. Todo ello fue negado por aquellos dos hombres por medio de gestos inequívocos y reiterativos,  los que  a pesar  de su delgadez se les veía  saludables y sonrientes.  Al final el oficial,  perplejo y vencido, les desea buen viaje, les dice adiós, que todos nosotros solidariamente también hacemos con las manos y  de inmediato  partimos. Quedamos observándolos  un rato  hasta que se convirtieron en un punto que luego desapareció, en medio de  ese inconmensurable océano, lejos de las costas, lejos de todo, con una soledad difícil de comprender, como también es   con  nuestra mente el porqué  de esa extraña  situación

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